“La demencia es un síndrome –generalmente de naturaleza crónica o progresiva– caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia no se ve afectada.  El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación.”
Organización Mundial de la Salud 

El entrenamiento psicológico y su importancia vital

A largo de la vida, todos atravesamos diferentes etapas o ciclos que cumplen funciones determinadas y que nos llevan a la evolución de cada persona, recorriendo de este modo el ciclo vital de un individuo. Cada una de dichas etapas se compone de cambios, evolución y desarrollo físico-emocional, generando diferentes situaciones vinculadas a la emoción.

Aprender a gestionar nuestras emociones nos marcará e influirá en nuestro ciclo de vida, y se traducirá en un camino positivo y de desarrollo o, por el contrario, se inundará de incertidumbre, angustia e infelicidad.

El entrenamiento psicológico es un proceso gradual de autoconocimiento, que nos ayuda a cambiar rutinas de hábitos nocivos de forma recurrente para la mente y que nos anclan al sufrimiento independientemente del momento vital por el que pasamos.

El último ciclo de la vida

Nuestro último ciclo de la vida comienza entorno a los 65 años de edad, cuando nos jubilamos. Hay muchas maneras de enfocar esta etapa, pues muchos pueden disfrutar mucho esta etapa al verse liberados de responsabilidades, obligaciones económicas y familiares. Pero también muchas personas experimentan alteraciones derivadas del deterioro del estado de la salud y la proximidad de la muerte, deteriorando su estado anímico. Se experimenta en esta etapa una fragilidad caracterizada por la pérdida de resistencia y una mayor vulnerabilidad.

No podemos olvidar que esta etapa se caracteriza por el deterioro de los sentidos, como, por ejemplo, la pérdida de la vista o del oído, lo que delimita aún más la autonomía en esta edad. Por otro lado, la pérdida de seres queridos puede conllevar una situación crónica de tristeza, soledad y depresión que, en algunos casos, les hace sentir en estado de duelo permanente.

Vivimos en una sociedad narcisista que da una importancia enfermiza a los valores vinculados a la juventud, la belleza y al poder, olvidándose de los ancianos y marginándolos, sintiéndose estos desplazados y que ya no forman parte de ella. Al no recibir el reconocimiento de tantos años de trabajo, aumenta la baja autoestima y el sentimiento de soledad.

El deterioro físico cognitivo en la tercera edad

Estos son algunos de los síntomas que una persona con deterioro cognitivo puede experimentar: 

  • Sentimiento de tristeza, ansiedad o vacío permanente, traduciéndose en irritabilidad y reactividad hacia sus seres queridos.
  • Pérdida de interés o placer por la realización de actividades, pesadez y cansancio, viviendo como en una cámara lenta.
  • Descontrol de horarios de sueño y sensación de querer escapar. – La distracción dificulta la concentración y ser conscientes del momento presente, mermando la toma de decisiones.
  • La pérdida de peso por la falta de apetito causa deshidratación y abandono nutricional.
  • Malestares crónicos, debido a diferentes patologías derivadas del paso de los años a nivel físico-cognitivo.
  • Pensamientos recurrentes de soledad, abandono y el sentimiento del fin de sus días.

 

Hábitos y rutinas de vida saludables para los mayores.

Actualmente, y por primera vez en la historia, la esperanza de vida a nivel global de la mayoría de las personas del planeta es más longeva. La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte de “la necesidad urgente de la acción pública integral respecto al envejecimiento de la población, con cambios fundamentales no solo en cuanto a lo que hacemos, sino también en cómo percibimos el envejecimiento.”

 

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