Abrazando la imperfección.Cada vez más gente me pide tratar con los efectos secundarios de su autoexigencia y deseos de perfección. En la mayoría de los casos ni siquiera son conscientes de la causa, sino sólo del efecto, del bloqueo que perciben.

Curiosamente lo que les impide llegar a donde quieren es lo mismo que debería acercarles a ello: el deseo de perfección, de que nuestras expectativas se hagan realidad tal y como las hemos creado en nuestra mente.

Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Standford, indica que hay dos tipos de mentalidades: mentalidad orientada al crecimiento y mentalidad fija. La mentalidad orientada al crecimiento considera que el éxito depende del esfuerzo y del trabajo, mientras que aquellas personas con mentalidad fija consideran que el éxito depende de las habilidades innatas. Entienden que, si no se tienen estas habilidades, no se pueden obtener.

Carol Dweck mostró a través de experimentos realizados con niños que el tener un tipo u otro de mentalidad no depende de genética, sino de aprendizaje.

Dweck propuso a diferentes grupos de niños el realizar unos puzzles. A algunos de los grupos les indicaba que lo habían conseguido hacer por su esfuerzo y a otros por su inteligencia. Los que habían supuestamente conseguido realizar el puzzle gracias a su esfuerzo, se atrevían con otros más difíciles, no tenían miedo al fallo; en cambio los que lo habían conseguido por su inteligencia preferían quedarse en su zona de confort.

¿Qué es lo que pasa en el cerebro cuando nos equivocamos?. Según Jason S. Moser (Moser et al., 2011) de la Universidad de Michigan la actividad neuronal ante un error es más o menos activa dependiendo de que nuestra mentalidad esté orientada al crecimiento o sea fija.

En el caso de las personas de mentalidad fija, prácticamente no muestran actividad eléctrica ante los nuevos retos, dado que tienden a huir del error, tienen miedo al fallo. En cambio, aquellos que tienen una mentalidad orientada al crecimiento, tienen una intensa actividad neuronal que sirve para identificar las causas, perseverar y extraer aprendizajes sobre lo ocurrido.

La buena noticia es que, dado que no depende de la genética el tener un tipo u otro de mentalidad, podemos desarrollar la mentalidad orientada al crecimiento. Ello nos llevará a afrontar nuevos retos de forma constructiva, abrazando nuestra imperfección y recogiendo la información sobre lo que no funcionó. Esto puede llevarnos a conseguir resultados excelentes.

¿Cómo podemos desarrollar la mentalidad orientada al aprendizaje?:

– Reflexionar sobre el tipo de mentalidad que tenemos. Una pauta para identificar esto es saber cómo respondemos ante un error. ¿Dónde pongo el foco cuando cometo un error?: ¿en las excusas, en lo que depende de los demás; o en cambio en lo que depende de mí, en lo que puedo hacer diferente?.

– Poner foco en el esfuerzo realizado, no sólo las habilidades innatas. Elogiar/nos por el esfuerzo realizado. Potenciar nuestra capacidad de resiliencia. Podemos tener todas las habilidades del mundo, pero si no las ponemos al servicio de nuestros objetivos, de poco van a valer.  El esfuerzo depende de nosotros.

– Abrazar la imperfección, el error, de forma constructiva. Dejar a un lado los juicios que tienden a bloquearnos para poner la energía en aprender qué podemos hacer de forma diferente, y cómo podemos hacerlo.

Fomentar los retos. Gracias a la neuroplasticidad del cerebro, podemos seguir creando nuevas conexiones neuronales. Como consecuencia de la plasticidad, el cerebro puede adaptarse continuamente al aprendizaje. Por ello, las habilidades se pueden desarrollar. “El cerebro, con todos sus mecanismos neuronales, está biológicamente preparado y formado para completarse y crecer (Kitayama, 2009)”.

Disfrutar del camino. Seguimos buscando una realidad perfecta en la que las situaciones sean tal y como las he definido en mi mente. Y si hay una realidad, es que la vida es imperfecta, perfectamente imperfecta, que somo humanos y cometemos errores.

Mi propuesta, en definitiva, es que en la vida seamos capaces de definir qué queremos conseguir, crearlo en la mente, poner la intención y la atención y soltar las expectativas. Hacer nuestra mejor parte, y bailar con la realidad, considerar ese baile, con sus momentos mejores y peores, como un regalo que nos permite desarrollarnos más y mejor.

La imperfección forma parte de nuestra vida real. Abraza y escucha la imperfección. Tiene mucho que decirte. ¿Estás preparad@?

Artículo escrito por:  

Arantxa Cobos Aguirre

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